La ciudad se construye como consecuencia de las disputas entre grupos tribales, que tiene como principal objetivo demostrar el poder del emir por encima del poder de las tribus, así como colonizar esta zona del Valle del Segura.
El enclave elegido está situado en el centro del Valle, rodeado de áreas pantanosas y objeto de inundaciones, lo que motivó que se acometieran una serie de trabajos de gestión y aprovechamiento del agua.
Se construyó una ciudad amurallada con 95 torres defensivas y 9 puertas de entrada. Del pasado musulmán se conservan restos de algunas edificaciones, muralla y sistema de canalización y regadío.
La nueva ciudad no tardaría en adquirir importancia al llegar a convertirse en la capital de la Tora de Todmir (demarcación administrativa de Al-Andalus que comprendía las actuales provincias de Alicante, norte de Almería, Murcia y Sur de Albacete.
Para formalizar el pacto se desplazó a Murcia el entonces Infante Alfonso de Castilla, posterior rey Alfonso X El Sabio, hijo de Fernando III de Castilla.
El Infante Alfonso se Castilla llegó a Murcia con la imagen de la Virgen de la Arrixaca, que se constituyó desde esas fechas hasta bien entrado el siglo XX en la patrona de la ciudad de Murcia.
Una particularidad de la entrega de llaves es que el cambio de gobierno en la ciudad de Murcia se hizo sin lucha, de forma pacífica.
Tras la entrega de llaves se entra en una situación de paz, que poco a poco va cambiando como consecuencia del incumplimiento de los pactos alcanzados, por lo que la población musulmana se subleva. El Rey Alfonso X El Sabio pide ayuda a su tío Jaime I de Aragón que en 1266 toma Murcia y la anexiona definitivamente a la Corona de Castilla